El Feng Shui se basa en la existencia de un aliento vital o chi, cuyo flujo se ve modificado por la forma y disposición del espacio, las orientaciones (puntos cardinales) y los cambios temporales. Algunas escuelas de Feng Shui ponen el énfasis en el estudio de las formas: las montañas, los ríos, la estructura de la vivienda o lugar de trabajo, la ubicación del baño, cocina, habitación y el resto de los espacios de la casa, etc. También se utiliza un sistema derivado del Cuadrado Mágico del I-Ching para calcular las “Estrellas Voladoras”, representadas por el movimiento cíclico del tiempo en relación a los emplazamientos. En la actualidad, la tendencia es considerar conjuntamente la forma, la orientación y el cálculo de las Estrellas Voladoras, como se hacía en la antigüedad.
Por otro lado, el Feng Shui considera cuidadosamente las orientaciones, ya que de cada punto cardinal emana una energía determinada. La interpretación de estas energías se basa primariamente en el símbolo llamado ba-gua (ocho trigramas).
El Mapa Bagua es una de las principales herramientas que se utilizan en Feng Shui y consiste en la división de nuestra casa en 9 áreas que representan diferentes aspectos de nuestra vida.
El Feng shui considera que nuestra casa son un reflejo de nosotros y de nuestras vivencias.
La palabra Bagua proviene de Pa Kua que significa 8 casas o transformaciones y se refiere a 8 aspectos fundamentales de nuestra vida.
Al trabajar con el Bagua potenciamos el flujo de Chi, y ese flujo de energía hace salir a la luz todo lo que está oculto.
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